La persona adopta ciertos contenidos, se hace conscientes de ellos y adopta una nueva identidad. Ahora, una vez que el tiempo ha pasado y esos contenidos han cambiado, la identidad aun persistente, incluso más firmemente que antes. Una vez que uno percibe que ya los contenidos han cambiado, ocurre el suicidio del alma. Pero el alma, al ser inmortal, nunca muere; se acribilla a balazos, se corta y se mutila, pero sobrevive. Una vez que aparece la idea de que los contenidos han cambiado para peor, el alma se congela; queda un ratito inmovilizada, como diciendo "si hago esto otra vez, confirmo una identidad peor a la que ya tenia", es cuando una identidad nueva vuelve a la mente, que en realidad resulta ser un modelo similat a la primera identidad, la que cambió sin voluntad propia. El alma la adopta para ser como ella una vez más y los caminos se bifurcan.