Es tan fácil y humano culpar al mundo, diciendo que es gris, mientras abrimos un pozo y nos adentramos en él.
Siempre hacemos la escalera demasiado corta, y cuando vemos que nos hemos resbalado, desde la última cuerda que formaba su estructura, le gritamos al mundo:
-¡Idiota! ¡Me dejaste caer, con todo lo que hice por ti!
Pero debemos callar, como las respuestas que no recibimos, que no existen, pero que pensamos que estan sólo silenciosas.
El hecho es que nosotros sí estamos vivos.
Las respuestas se pueden inventar pero, muchas veces, no son necesarias y estorban.