Vivir no es otra cosa que arder en preguntas

lunes, 14 de marzo de 2016

Alemania, un cuento de invierno - Heinrich Heine (1797-1837)

¡Hermanos lobos! Hoy soy feliz
de estar entre vosotros
donde tantos nobles corazones
me aúllan con cariño.

Lo que en este momento siento
es inconmensurable;
¡ah! eternamente recordaré
estas hermosas horas.

Os agradezco la confianza
con que siempre me honráis
y que en las épocas de prueba
demostráis concluyentemente.

¡Hermanos lobos! Nunca dudasteis de mí,
no habéis caído en la trampa
de los pícaros, que os dijeron
que me había pasado a los perros.

Que había renegado y que pronto iba a ser
consejero en el redil de los corderos...
Desmentirles estaba muy
por debajo de mi dignidad.

La piel de cordero que me echo en los hombros
a veces, para calentarme,
creedme, no me llevó nunca
a entusiasmarme con la suerte de los corderos.

No soy ningún cordero, no soy ningún perro,
ni un consejero, ni un besugo...
Sigo siendo un lobo, mi corazón
y mis colmillos son lobunos.

Yo soy un lobo y siempre
aullaré con los lobos...
Si, contad conmigo y ayudaos a vosotros mismos,
¡entonces también Dios os ayudará!