Vivir no es otra cosa que arder en preguntas

miércoles, 30 de marzo de 2016

El difunto hermanito de mi Blog

Hoy mi blog se siente solo
Y no sólo solo
También culpable
Se siente asesino
Se siente mal por no reprochar
Por no provocar
Por no haber llamado a quien se iba.

La brisa suave fue erocionando virtualmente aquello que parecia no existir
Dejando un hueco por donde la luz pasa.

Mi blog se siente separado
Su hermanito no esta presente
No le escupe en la cara
No le insinua
No es
Ya no es

Mi blog no reconoce a su hermano
Antes entendia la mayor parte de sus simbolos
Ahora apenas si lo puede leer a ciegas.

Mi blog ya no esta compartido
Ya no es un canal de comunicacion directa
El hermanito de mi blog murio
Mi blog ahora es solo expresion sin receptor.

Mi hermanito ya no es, y mi blog ahora es menos.

lunes, 21 de marzo de 2016

A Noiseless Patient Spider - Walt Whitman

A noiseless patient spider,
I mark’d where on a little promontory it stood isolated,
Mark’d how to explore the vacant vast surrounding,
It launch’d forth filament, filament, filament, out of itself,
Ever unreeling them, ever tirelessly speeding them.

And you O my soul where you stand,
Surrounded, detached, in measureless oceans of space,
Ceaselessly musing, venturing, throwing, seeking the spheres to connect them,
Till the bridge you will need be form’d, till the ductile anchor hold,
Till the gossamer thread you fling catch somewhere, O my soul.

Una araña paciente y silenciosa

Una araña paciente y silenciosa,
vi en el pequeño promontorio en que
sola se hallaba,
vi cómo para explorar el vasto
espacio vacío circundante,
lanzaba, uno tras otro, filamentos,
filamentos, filamentos de sí misma.

Y tú, alma mía, allí donde te encuentras,
circundada, apartada,
en inmensurables océanos de espacio,
meditando, aventurándote, arrojándote,
buscando sin cesar las esferas
para conectarlas,
hasta que se tienda el puente que precisas,
hasta que el ancla dúctil quede asida,
hasta que la telaraña que tú emites
prenda en algún sitio, oh alma mia.

lunes, 14 de marzo de 2016

Alemania, un cuento de invierno - Heinrich Heine (1797-1837)

¡Hermanos lobos! Hoy soy feliz
de estar entre vosotros
donde tantos nobles corazones
me aúllan con cariño.

Lo que en este momento siento
es inconmensurable;
¡ah! eternamente recordaré
estas hermosas horas.

Os agradezco la confianza
con que siempre me honráis
y que en las épocas de prueba
demostráis concluyentemente.

¡Hermanos lobos! Nunca dudasteis de mí,
no habéis caído en la trampa
de los pícaros, que os dijeron
que me había pasado a los perros.

Que había renegado y que pronto iba a ser
consejero en el redil de los corderos...
Desmentirles estaba muy
por debajo de mi dignidad.

La piel de cordero que me echo en los hombros
a veces, para calentarme,
creedme, no me llevó nunca
a entusiasmarme con la suerte de los corderos.

No soy ningún cordero, no soy ningún perro,
ni un consejero, ni un besugo...
Sigo siendo un lobo, mi corazón
y mis colmillos son lobunos.

Yo soy un lobo y siempre
aullaré con los lobos...
Si, contad conmigo y ayudaos a vosotros mismos,
¡entonces también Dios os ayudará!

jueves, 3 de marzo de 2016

Siete Noches - Borges (segunda conferencia)

Dos
La Pesadilla

Señoras, Señores:
Los sueños son el género; la pesadilla, la especie. Hablaré de los sueños y, después, de las pesadillas.
Estuve releyendo estos días libros de psicología. Me sentí singularmente defraudado. En todos ellos se hablaba de los instrumentos o de los temas de los sueños (voy a poder justificar esta palabra más adelante) y no se hablaba, lo que yo hubiera deseado, sobre lo asombroso, lo extraño del hecho de soñar.
Así, en un libro de psicología que aprecio mucho, The Mind of Man, de Gustav Spiller, se decía que los sueños corresponden al plano más bajo de la actividad mental —yo tengo para mí que es un error— y se hablaba de las incoherencias, de lo inconexo de las fábulas de los sueños. Quiero recordar a Groussac y su admirable estudio (ojalá pudiera recordarlo y repetirlo aquí) Entre sueños. Groussac, al final de ese estudio que está en El viaje intelectual, creo que en el segundo volumen, dice que es asombroso el hecho de que cada mañana nos despertemos cuerdos —o relativamente cuerdos, digamos— después de haber pasado por esa zona de sombras, por esos laberintos de sueños.
El examen de los sueños ofrece una dificultad especial. No podemos examinar los sueños directamente. Podemos hablar de la memoria de los sueños. Y posiblemente la memoria de los sueños no se corresponda directamente con los sueños. Un gran escritor del siglo dieciocho, Sir Thomas Browne, creía que nuestra memoria de los sueños es más pobre que la espléndida realidad. Otros, en cambio, creen que mejoramos los sueños: si pensamos que el sueño es una obra de ficción (yo creo que lo es) posiblemente sigamos fabulando en el momento de despertarnos y cuando, después, los contamos. Recuerdo ahora el libro de Dunne, An Experiment witk the Time. No estoy de acuerdo con su teoría pero es tan hermosa que merece ser recordada. Pero antes, para simplificarla (voy de un libro a otro, mis memorias son superiores a mis pensamientos) quiero recordar el gran libro de Boecio De consolatione philosophiae, que Dante sin duda leyó o releyó, como leyó o releyó toda la literatura de la Edad Media. Boecio, llamado el último romano, el senador Boecio, imagina un espectador de una carrera de caballos.
El espectador está en el hipódromo y ve, desde su palco, los caballos y la partida, las vicisitudes de la carrera, la llegada de uno de los caballos a la meta, todo sucesivamente. Pero Boecio imagina otro espectador. Ese otro espectador es espectador del espectador y espectador de la carrera: es, previsiblemente, Dios. Dios ve toda la carrera, ve en un solo instante eterno, en su instantánea eternidad, la partida de los caballos, las vicisitudes, la llegada.
Todo lo ve de un solo vistazo y de igual modo ve toda la historia universal. Así Boecio salva las dos nociones: la idea del libre albedrío y la idea de la Providencia. De igual modo que el espectador ve toda la carrera y no influye en ella (salvo que la ve sucesivamente), Dios ve toda la carrera, desde la cuna hasta la sepultura. No influye en lo que hacemos, nosotros obramos libremente, pero Dios ya sabe —Dios ya sabe en este momento, digamos— nuestro destino final. Dios ve así la historia universal, lo que sucede a la historia universal; ve todo eso en un solo espléndido, vertiginoso instante que es la eternidad.