Vivir no es otra cosa que arder en preguntas

martes, 8 de diciembre de 2015

No te aparezcas así en la plaza

Hoy iba caminando por la vida, ignorando que aún seguías comiendote una pequeña parte de mi alma, aunque en realidad la mordida tenía la forma de mis dientes y el tamaño de mi mandíbula.
Como un fantasma rojo, inesperadamente, te apareciste ante mi. No me asustaste con el recuerdo de un pasado sucio, sino con tu propio futuro: uno tan brillante y perfecto que me volvió sombras.
No era envidia la emoción que me invadía, sino, una especie de ira fría, la que uno siente al contemplar las injusticias cometidas en el mundo.
Tu futuro no coincidía con mi idea de tu alma: no era algo oscuro y manchado por la ceguera. Chocó mi concepción con tu realidad humana.
Para mi cerebro, sos demoníaco. Aún así, tu maldad sacralizada caía a medida que tu presente imagen recorría una y otra vez mi cabeza.
Dejá de darle besos a tu novia.