Vivir no es otra cosa que arder en preguntas

martes, 18 de noviembre de 2014

El Juguete Rabioso - Robert Arlt

(...)
Algunas veces en la noche.
Piedad, quién tendrá piedad de nosotros.
 Sobre esta tierra quién tendrá piedad de nosotros. Míseros, no tenemos un Dios ante quien postrarnos y toda nuestra pobre vida llora.
 ¿Ante quién me postraré, a quién hablaré de mis espinos y de mis zarzas duras, de este dolor que surgió en la tarde ardiente y que aún es en mí?
 Qué pequeñitos somos, y la madre tierra no nos quiso en sus brazos y henos aquí acerbos, desmantelados de impotencia.
 ¿Por qué no sabemos de nuestro Dios?
 ¡Oh! Si Él viniera un atardecer y quedamente nos abarcara con sus manos las dos sienes.
¿Qué más podríamos pedirle? Echaríamos a andar con su sonrisa abierta en la pupila y con lágrimas suspendidas de las pestañas.

(...)