Tengo que buscar el punto medio, en donde pueda tomar sus manos pero no apretarlos contra mi pecho; poder ver sus almas pero no derretirme ante ellas, ni congelarlas, ni asesinarlas.
No quiero seguir los caminos del arte ni la estética, fenómenos demasiado personales y misteriosos. Quiero tocar lo concreto, lo que es, o al menos lo que parece ser en una percepción humana. No quiero transformarlos en máquinas, en ensamblajes de metal sin sentimientos, pero tampoco quiero caer en los particularismos ni las chácharas de barrio.