Vivir no es otra cosa que arder en preguntas

miércoles, 29 de julio de 2015

Los Mejores Cuentos Jasídicos - Baal Shem Tov y otros.

El lugar de cada cosa

En cierta ocasión, rabí Mijal fue a visitar al Maguid, llevando consigo a su hijo Itzjac. En un momento en que el Maguid dejó la habitación, el niño tomó de la mesa una cajita de rapé, la examinó con curiosidad y volvió a ponerla con el mayor cuidado en su sitio.
Apenas entró en la habitación, el Maguid miró cariñosamente a Itzjac y dijo:
- Cada cosa tiene su lugar en el mundo, y cada cambio de lugar tiene un significado. Si uno no lo conoce, mejor es no hacerlo.

Sólo un caballo

El rabí Schmelke recibió a cierto joven que quería ser ordenado rabí. Cuando Schmelke le preguntó por sus costumbres y conducta, el pretendiente respondió:
- Solo visto ropas blancas, no bebo nada sino agua, pongo clavos en mis zapatos para mortificarme, me froto desnudo con nieve y hago que cada día el cuidador de la sinagoga me dé veinte golpes en la espalda desnuda.
Estaban junto a la ventana, y en ese preciso instante vieron afuera un caballo blanco que bebió agua del cubo y se puso a revolcarse en la nieve acumulada en el piso.
- Mira eso -dijo Schmelke al candidato-. Esa criatura de Dios es blanca, jamás bebería otra cosa que agua, tiene clavos en su calzado, se frota con nieve y recibe mucho más que veinte golpes por día. No obstante, sólo es un caballo.

Las maneras de servir

Cuando rabí Shalom murió, dos de sus discipulos viajaron a Lublin con el propósito de tomar como maestro al Baal Shem Tov. Llegaron a su casa en el preciso instante en que éste estaba afuera, bendiciendo a la luna nueva.
Al descubrir que el Baal no bendecía la luna exactamente como solía hacerlo rabí Shalom, los jasidim, decepcionados, en el acto cambiaron de intención y decidieron partir de Lublin a la mañana siguiente. No obstante, entraron a casa del Baal Shem Tov para presentarle sus respetos.
Apenas entraron en la casa, el Baal los contempló sonriente, y preguntó:
- ¿Qué clase de Dios sería aquel a quién solo se pudiera celebrar de una manera?
En el acto los jóvenes se inclinaron ante el Baal Shem Tov y le pidieron que los acogiera como discípulos.

Aventando dudas

Había en la ciudad de Satanov un hombre muy sabio que dedicaba sus días y sus noches a la investigación del porqué de las cosas de este mundo. Lo torturaba la necesidad de averiguar por qué existen, cuál es su principio y cuál es su fin. Así consumía su vida entregado a meditaciones sutiles, y enmarañando más y más su espíritu en abstusas cuestiones, al punto de que su razón corría peligro y su alma estaba casi sofocada.
Aunque lejos de Satanov, el Baal Shem Tov se enteró de lo que le sucedía a este hombre. Subió a su carruaje e impulsado por ese ímpetu que hacía volar los caminos bajo las ruedas de su calesa, como si la calesa y el santo fueran un pájaro, arribó a Satanov y entró en la casa de estudios donde el pensador, enloquecido por la angustia, se devanaba los sesos. Sin presentaciones ni circunloquios, el Baal Shem Tov le dijo:
- Pierdes tu vida preguntándote si Dios existe. Yo soy un pobre tonto, pero creo.
El pensador no supo qué contestar a este aparecido que de modo tan asombroso había leido el fondo de sus pensamientos, pero a partir de ese instante conoció para siempre la paz del alma y la sabiduría verdadera que deja lugar a los misterios.