Yo escuchaba atentamente, traduciendo, entendiendo que no entendía nada, además de que yo tampoco entendía. Sabía de qué hablaba, lo escuchaba perfectamente en mi cabeza y era fácil entender el simbolismo, pero aún así no ella no lo comprendía.
La razón suspiró, cansada de que no le hiciera caso:
-No, no voy a entenderte -me dijo- y ya me cansé de hacerlo. Ahora eliges tú, yo solo estaré aquí, viendo como sigue esto.
Y las cosas van a cambiar y van a ser extrañas.